Bajo el lema de estoa funerales mitológicos, Gabriel García Márquez reunió en 1962, en un breve volumen, siete relatos y la novela corta que le otorga el título, y en el que aparece ya en todo su esplendor el elemento mágico y telúrico que a partir de entonces definirá su obra, sin apartarla, por ello, de la realidad. Estamos en Macondo y su región una vez más, entre personajes y episodios reconocibles, en una serie de cuentos inolvidables -La siesta del martes, Un día de estos, La viuda de Montiel, En este pueblo no hay ladrones, Rosas artificiales, La prodigiosa tarde de Baltasar, Un día después del sábado- pero aquí caen pájaros muertos sobre el poblado, rompiendo mosquiteros y alambras, un cura ve al diablo, o afirmar haber encontrado al judío errante y visitar la tumba de un ser querido supone un riesgo impredecible.